Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.diariochaco.com/a/624085
Cristian Muriel

Director de 3500noticias.com

Agreguemos una hora y se arregla todo

Miles de padres del Chaco puteando porque se agrega una hora de clases, de lo que resulta que la medida ideada en la cartera educativa nacional y alegremente apoyada por el gobierno provincial carece de consenso. Porque a los padres nadie los consultó, y a los docentes, que el lunes van al paro, por lo visto no lograron persuadirlos de la genialidad del plan, de modo que más allá de la legalidad de la resolución, que ya arranca a los tumbos, la medida carece de legitimidad.

De lo que también carece es de fundamentos técnicos, pedagógicos. El razonamiento según el cual es posible recuperar las horas perdidas durante la pandemia adicionándolas una por una en la pospandemia, es surrealista. La pretensión de que los chicos terminen la primaria con niveles decentes de lectoescritura y de pensamiento abstracto no se resuelve con mayor exposición a un sistema educativo hecho pelota desde hace décadas. Mi nena está en quinto grado. Desde primero sus docentes escriben con faltas de ortografía y la hora se la agregan a ella.

Pero hay algo todavía más grave: a la sociedad argentina ya no le importa la escuela. No sólo los chicos que no tuvieron acceso a una conectividad adecuada durante la pandemia se quedaron afuera; muchos de los que se podían conectar no lo hacían, o se conectaban para cagarse de risa de los docentes que eran incapaces de dar una clase por Zoom. A la sociedad no le importa más la escuela porque la escuela está muerta, y la educación, tal y como la conocemos, está muerta.

Producto de la degradación de nuestro sistema educativo, que es una decisión política neoliberal, de mercado, que lleva casi treinta años, los chicos y chicas que terminan la secundaria tienen la formación de un niño recién salido de la primaria en la década de 1980; ni qué hablar de décadas anteriores.

Impedidos de obtener un buen desempeño en la universidad, que mal que mal mantiene sus estándares, estos jóvenes optan por una educación clase B en institutos terciarios que les otorgan títulos habilitantes para reproducir los contenidos de esa misma escuela anémica que los formó para ser docentes que escriben con faltas de ortografía. Y eso si tienen suerte y consiguen horas, porque el mercado laboral no los espera con los brazos abiertos.

La escuela como institución constitutiva del Estado burgués, la que suplantó a la Iglesia y durante los últimos siglos consolidó las democracias occidentales formando a los ciudadanos, desde chiquitos, en sus valores y con sus saberes, está muerta. Los chicos, si pueden, ahora acceden a una formación transversal que forja nuevos lazos transfronterizos, que desparrama ideología sin control de calidad, que se cuela por todos los intersticios por los que pueda filtrarse una señal de wi-fi. Mi hija tiene una letra horrible porque se la pasa escribiendo en el teclado, pero escribe y lee mejor que sus docentes. No quiero decir "gracias a Youtube", porque la verdad es que con la madre se leyeron una veintena de libros (toda la saga de Harry Potter, por ejemplo). Pero claramente la educación vieja y peluda, con sus instituciones, su épica, sus guardapolvos blancos y sus mecanismos de reproducción, ya fue.
"Agreguemos una hora y se arregla todo". Sí, mi vida: todo se va a arreglar.

(*) Por Cristian Muriel - ExSubdirector de Diario Chaco y Director de 3500noticias.com

HACÉ CLICK ACÁ PARA COMENTAR EN FACEBOOK