
Abogado
Secuestro del sentido común

Argentina está en estos momentos en una encrucijada; abandona su modelo de estado intervencionista, de economía cerrada, corporativo, nacionalista, para adoptar uno con perfiles más cercanos al de países exitosos o profundiza vertiginosamente la decadencia hasta sumir a sus habitantes en la indigencia.
En Juntos por el Cambio hay personajes que vislumbran será el primer escenario el que sobrevendrá a las próximas elecciones.
Imaginan victorioso a su partido, con mayoría electoral suficiente para imponer sus políticas en el próximo mandato presidencial, de la mano de una "nueva conciencia civil", más amiga de políticas liberales, aquéllas que Macri no pudo ejecutar por debilidad política (no tuvo mayoría en ninguna de las cámaras del congreso) o impericia.
Sueñan con mayoría parlamentaria, conquistar varias provincias para equilibrar fuerzas en el Senado, ganar Municipios en toda la geografía nacional.
Este pronóstico se funda más en las aspiraciones de quienes lo enuncian que en un análisis realista del contexto social; si bien, el triunfo electoral es por demás factible, ponderando el calamitoso gobierno de Alberto Fernández, lo que constituye ciencia ficción es imaginar un cambio súbito de mentalidad en el soberano. Las condiciones culturales no son las mejores para un viraje profundo.
En oportunidades anteriores el justicialismo sufrió voto castigo cuando la performance económica fue defectuosa; sin embargo, los gobiernos de distinto signo político que quisieron modificar el statu quo en temas de importancia para el país, fueron derrotados en la siguiente elección presidencial.
El peronismo ha devenido una fuerza política ultraconservadora; interprétese esta aseveración en el sentido de eternizar un régimen de gobierno (al estilo P.R.I. mejicano) cuya hegemonía lleva, con breves intermitencias, ochenta años.
Está claro que los intereses que favorecen la perpetuación del poder peronista son múltiples y poderosos; los factores que adhieren a la liturgia tienen un punto en común: no sacar los pies del plato, mantener la unidad del movimiento, preservando contra viento y marea la "estructura de dominación" (empleando terminología marxista).
Y no se diga que emplear el término "dominación" para calificar el régimen es peyorativo o excesivo.
Tienen el país sometido a mafias concurrentes al mantenimiento de una estructura cuya cristalización se defiende con organizaciones adictas (corporaciones), periodismo cooptado, sindicalismo mafioso (tanto como poderoso), industriales oportunistas, iglesia católica condescendiente, la "politiquería", cuyos usufructuarios se han transformado en una casta privilegiada que no tiene legitimación de ejercicio, dados los lamentables resultados que ha conseguido en las últimas décadas.
El "orden" ha secuestrado el sentido común, el futuro, las posibilidades de progreso. Debiera expresarse sin reservas, nos han sumido en la patología social.
La necedad, por qué no decirlo, la idiotez, es la medicina que el kirchnerismo nos aplica en forma gradual, pero sin pausa.
¿No es acaso un sinsentido apoyar desde el punto de vista geopolítico a regímenes probadamente autocráticos, asesinos, como los de Venezuela e Irán? ¿Se puede, racionalmente, apoyar al payaso de Ortega, que en Nicaragua convoca a elecciones y simultáneamente encarcela a todos los candidatos que se postularon a la presidencia?
Acredita en forma palmaria que estamos conducidos por mentes extraviadas un episodio, ya olvidado, no obstante, reciente, como la visita que efectuara Alberto Fernández a su par de Rusia, Vladimir Putin, quince días antes que invadiera Ucrania, ofreciendo los buenos oficios para convertir Argentina en la "puerta de entrada" de los productos rusos en América Latina.
Pensar que Biden venía advirtiendo en forma insistente que la mentada invasión era inminente. Fallaron los servicios de inteligencia argentinos que, sin duda, son hábiles para hacer espionaje interno (botonear), pero ignoran lo que ocurre en el mundo.
El misterio del avión venezolano iraní es otra grajea en esta terapia de largo tratamiento que nos ejecutan los compañeros, una comedia de enredos que las autoridades argentinas no quieren o pueden esclarecer. No vale la pena detenerse, es otro incidente del "realismo mágico peronista".
La lista sería interminable, por ejemplo, pretender intervenir una empresa en funcionamiento, a pesar de estar en convocatoria de acreedores, un sainete que fracasó, pero tuvo en vilo al país buen tiempo.
El brazo sindical del "régimen" siempre presente en favor de la causa; integrantes del sindicato de camioneros, liderado por Hugo Moyano, bloqueando empresas, arrogándose la facultad de decidir quién puede o no trabajar, todo ello con la complicidad de una justicia que no aplica la fuerza de la ley.
Fue el mismo sindicato que se oponía tenazmente a que los bancos se comuniquen con sus clientes por vía digital, pues eso afectaba los intereses de los afiliados al gremio, que tenían a su cargo la distribución de folletería (siempre proclives al pragmatismo y la modernización).
No fue fácil gobernar al país en tiempos de pandemia, pero Alberto Fernández lo subordinó a un régimen de encierro inaceptable, destacado en los medios internacionales por su rigurosidad (hubo excesos policiales, detenciones arbitrarias, muertes de las cuales nadie ha respondido).
Hubo vacunación preferencial para los militantes, los denominados vacunatorios vip, sin que hubiere penalmente responsables.
Transgresión de prohibiciones (cumpleaños de la primera dama) por el autor de los decretos (A.F.) que recluyeron a los argentinos en sus domicilios, una ignominia que la justicia convalidó con una "probation" (léase, menos de dos millones de pesos que, obviamente, saldrán de las arcas del estado).
Oportunamente, señalé en artículos enviados a diariochaco.com.ar que los decretos presidenciales que encauzaron la pandemia fueron todos inconstitucionales, porque suspendían las garantías constitucionales.
Ello sólo es posible durante la vigencia del estado de sitio, que el presidente rehusó implantar, cuando hubiera sido un mero trámite porque su partido tiene mayoría en el senado, que debe prestar previa conformidad.
También señalé que las decisiones de política sanitaria son de resorte provincial, pues se trata de facultades no delegadas en el congreso nacional, de modo que requerían adhesión de las jurisdicciones provinciales.
Ni hablar de la demora en conseguir vacunas, que sólo culminó cuando se aceptó el suministro de laboratorios ingleses y norteamericanos, ante la evidencia que Rusia no cumplía sus compromisos.
Tuvo el kirchnerismo que claudicar de sus pruritos ideológicos -había apostado todas las fichas al aliado ruso- cuestión que los medios no han puesto en evidencia como corresponde.
El acoso al poder judicial fue una constante de este gobierno. La marcha en contra de la Corte Suprema, convocada por ese sórdido personaje llamado Luis Delía, no puede sino interpretarse como amenaza, intimidación, sobre todo porque contó con el apoyo del ministro de justicia.
La templanza de los ministros de la Corte impidió un escándalo por el conflicto de poderes desatado por el oficialismo.
Hubo todo tipo de bravuconadas, se endilgó hasta la saturación todos los males a la administración de Mauricio Macri, pero en materia energética, por ejemplo, recibieron la balanza equilibrada, exportando gas a Chile, esporádicamente a Brasil, y en estos momentos asistimos al regreso de los buques con que importamos GNL (gas natural líquido).
Solamente, la imperiosa necesidad de recursos energéticos a escala global, detonada por la guerra, posibilita que Argentina, gracias al apoyo internacional, pueda iniciar la construcción del gasoducto que permitirá exportar un recurso -gas natural del yacimiento Vaca Muerta- que se derrocha por falta de infraestructura (nada hicieron en los dos años transcurridos).
Esto trae a colación otra entrega de la saga, ésta protagonizada por De Vido, cuando sentenció: "Va a llover petróleo", en respuesta a los expertos que alertaban que con sus políticas se perdería el superávit energético que ostentaba el país desde la presidencia de Menem.
Falló el pálpito, lo que es aún más grotesco, hubo que importar petróleo antes que finalizara su gestión al frente de la secretaría de energía de la nación.
Difícilmente pueda identificarse un acto de gobierno que no esté signado por la ausencia de sentido común o impulsos ideológicos.
El precio del dólar es un dolor de cabeza para el gobierno, lo que esconde una verdad que nadie expresa: el nivel de exportaciones argentinas es insignificante en función del tamaño del PBI (Chile con menos de la mitad de población supera a Argentina, Méjico exporta siete veces más).
Faltan divisas porque vendemos poco en el mercado internacional; sin embargo, frente a una coyuntura internacional favorable como la actual, por el incremento del valor de nuestros productos exportables, el gobierno se preocupa por la "renta inesperada" que va a obtener el campo, cuando la lógica sería estimular esa fuente de dólares para el tesoro.
A propósito de este tema, debilidad exportadora, ¿es inteligente boicotear o rechazar la asociación económica Mercosur Unión Europea? ¿No existe una contradicción entre la necesidad de exportar más y la negativa a participar en espacios económicos internacionales de libre comercio?
Las respuestas caen de maduro, pero la lógica peruca (diversa de la kantiana) dice lo contrario: sería exponernos a la voracidad capitalista occidental, destruir nuestra "incipiente" industria nacional, exportar trabajo argentino, que los niños del norte pasen hambre.
Abrir el mercado de aviación civil a empresas low coast fue considerado por el justicialismo una entrega de soberanía; en realidad, el ciudadano común pudo, en muchos casos por primera vez, acceder a un avión, habiéndose registrado récords históricos de cantidad de pasajeros transportados en vuelos de cabotaje durante el gobierno de M. Macri.
La "gente que quiere a la gente", vale decir, Aerolíneas Argentinas, estuvo paralizada durante dos años de pandemia, decisión que no adoptó ningún país de América Latina, donde los vuelos disminuyeron parcialmente pero no cesaron en su totalidad.
Los empleados de esta empresa estatal siguieron cobrando sus salarios sin merma a pesar de no prestar servicios, a diferencia de otros colectivos sindicales como hoteleros y gastronómicos que sufrieron pérdida o disminución de ingresos.
Proponer una fórmula matemática para blindar el poder adquisitivo de las jubilaciones, como lo hizo Juntos por el Cambio, es envilecerlas (criterio peronista opositor).
Dictar una ley de emergencia insanablemente inconstitucional, que faculta al presidente (por delegación del Congreso Nacional) establecer de manera discrecional el monto de las jubilaciones y la periodicidad de su actualización, es un acto democrático (criterio peronista oficial).
En materia de política educativa, se llenan la boca defendiendo la escuela pública y satanizando la privada, pero dedican todo su esfuerzo a boicotear su normal funcionamiento con paros que no tienen fin.
Paradójicamente, Baradel y compañía apoyaron las medidas del Ejecutivo que prohibían impartir clases durante la pandemia, todas actitudes que producen una migración incesante de los establecimientos públicos a los privados.
Como no podía ser de otra manera, la beligerancia que demostraron durante el gobierno de Cambiemos, disputando décimas del salario en las paritarias, devino sumisión a los atropellos del Ejecutivo.
Este sucinto repaso de las contradicciones peronistas, los absurdos en que incurre el gobierno por preconceptos ideológicos, no representa la mayor devastación, el problema central.
La deuda moral es aún más pesada; el actual gobierno es el emergente de una sociedad que no posee valores, tampoco reglas a qué aferrarse, la anomia se apoderó de la comunidad.
Si no fuere así, es inexplicable que un partido político que cometió los mayores latrocinios de nuestra historia goce de apoyo popular, es un enigma para los observadores extranjeros.

Abogado. Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco.